sábado, 29 de junio de 2013

Belleza: Mascarillas fáciles para pelo y cara

Hace poco oí hablar de estas recetas para el cabello y la cara que funcionan muy bien y son muy sencillos. Personalmente sólo he usado los dos últimos y os aseguro que funcionan.

· Mascarilla de aceite de hígado de bacalao (para el pelo)

Para esta mascarilla necesitaremos un frasquito de aceite de hígado de bacalao, una goma para el pelo,un gorro de ducha y una toalla.
Es muy simple: aplicamos el aceite de medios a puntas, nos recogemos todo el pelo en un moño alto, lo cubrimos con el gorro y la toalla y lo dejamos actuar durante una hora. Pasado el tiempo hay que lavarse el pelo como de costumbre.


                                                                                                                                                                    ·Mascarilla de aceite de oliva (para el pelo)

Para esta mascarilla necesitaremos aceite de oliva, una goma de pelo y papel de aluminio (opcional).
 Lo que tenemos que hacer es aplicar el aceite de oliva de medios a puntas y recoger todo el pelo en un moño bien alto. Si se una con papel de aluminio sería envolviendo al moño el él formando una pelota. Dejar actuar todo el tiempo que se pueda y retirar lavando el pelo como de costubre.
Recomendaciones: si quieres que el aceite te deje un mejor acabado caliéntate el pelo con el secador o bajo el sol. Así el aceite penetrará con más facilidad en el pelo dañado juntando las fibras que forman el cabello y fijándolas.



·Mascarilla de clara de huevo (para la cara)

Para hacer esta mascarilla solo necesitaremos la clara de un huevo, papel de cocina y un recipiente.
 Para que quede claro SOLO usaremos la clara.                                 
Separamos la yema de la clara y troceamos el papel de cocina en trozos medianos (un poco más pequeños que la palma de tu mano). después nos echamos un poco de la clara en la cara, ponemos justo encima un trozo de papel  y lo mojamos con un poco más de la yema para que se quede pegado a la cara y mojado. Hacemos esto en toda la cara menos en los ojos y en los labios. Dejamos actuar media hora y la retiramos tirando del papel que debe estar seco. El papel se suele retirar fácilmente si está seco.



Espero que os sirva, dejadme comentarios si algo no se entiende, si tenéis más recetas de mascarillas o si queréis que haga una entrada de algo. Hasta la próxima bolitas ;3



sábado, 22 de junio de 2013

Relato: Olor a mar



Al bajar del autobús aspiramos el aroma a sal que provenía de la playa. El hotel era muy acogedor. En primer lugar se veían en su fachada tres balcones apilados de manera desordenada encima de la entrada. Mi habitación se encontraba hacia la mitad de un largo pasillo de color azul y puertas blancas.
Dentro de la habitación todo era de un precioso blanco luminoso, con una maravillosa vista del atardecer en la playa. En el centro había una gran cama con grandes cojines blancos y suaves. A los pies de la cama se encontraba un baúl de madera. A la izquierda había un gran armario, en el cual sobraba más espacio que el que pude ocupar con toda mi ropa. A la derecha de la habitación y frente al armario había un grandioso tocador que sostenía un gran espejo. Todos los muebles de madera mostraban el color blanco envejecido, el cual me transmitía una gran paz y serenidad. En el baño el color cambiaba a cobrizo con trazos blancos. Había una bañera antigua, un lavabo y un inodoro de porcelana en un tono blanco crudo, y un armario de mimbre para las toallas y los productos de aseo.
 En un principio sólo tomaría un baño y me relajaría en la gran cama hasta quedarme dormida, y a la mañana siguiente iríamos todos a la playa. Ése era el plan, así que me dispuse a cumplirlo.
Dentro de la bañera, entre el agua tibia y la espuma del jabón pude sentir como si al cerrar los ojos pudiese levitar. Una vez fuera de la bañera sequé mi pelo, me deslicé mi pijama de seda y me encaminaba hacia la cama, pero tres golpes en la puerta de la habitación frenaron mi avance. Me acerque confusa a la puerta, gire el picaporte y, abriendo lentamente me encontré con su cara. La mía empezó a mostrar un tono rojizo cuando le pregunte qué hacía en mi puerta tan tarde. Dijo que quería hablar conmigo sobre algo importante y que no podía esperar al día siguiente. Asentí y deje que entrara en la habitación, mientras que yo imaginaba alguna razón por la que  el chico para el cual yo no era más que una amiga tenía tanta urgencia por venir a mi habitación en mitad de la noche. No me dio tiempo siquiera a poder imaginar alguna respuesta, no me dejo ni coger aire de la impresión al agarrarme de los hombros y besarme de manera tan dulce y apasionada.
Mientras me besaba me iba empujando poco a poco hacia el borde de la cama, hasta que caímos encima de la ligera colcha que la cubría. En ese momento me dijo que no podía soportarlo más y que me tenía que decir que estaba enamorado de mí desde hacía tres años.
Al oír esas palabras escondí mi cara entre mis manos para dejar escapar de entre mis dedos las lágrimas de felicidad que aguardaban impacientes a escucharlas. Mientras que el me secaba las lagrimas yo le besaba, con dulzura y cariño. El me siguió besando y acariciando cada vez con más intensidad y deseo, hasta que entre nosotros sobraban las telas de los pijamas. Mi corazón palpitaba desenfrenadamente con cada nueva caricia. Su mano se deslizo por mi piel hasta tocar mi pecho. Al momento sentí un placentero escalofrió por mi cuerpo, mientras que poco a poco nos uníamos formando una misma realidad, dejando que nuestros sentimientos fluyeran a través de nuestros cuerpos.
Por fin llegó el amanecer, y con el nuestras figuras enredadas en las suaves sábanas de la cama, abrazados, dormidos y  deseosos de poder pasar nuestras vidas juntos y felices.

lunes, 3 de junio de 2013

Relato: Un día diferente

Como cada mañana, mi despertador empezó a sonar sobre las ocho y media. Como cada día, me costaba levantarme y desayunar un café y una tostada. pero ese día era muy distinto a todos los demás. Mientras desayunaba recibí un mensaje: "recuerda que te quiero". No pude reprimir una sonrisa al pensar en él, y en lo que cambiaría todo a partir de hoy.
 Había quedado con mis amigas para comer en el centro de la ciudad. Estaban nerviosas y no hacían nada por disimularlo o calmarse. Deseaban que el reloj fuese más rápido, pero no tanto como yo lo deseaba.
 Sobre las cinco volví a casa y mi madre me abrazó con su cabeza llena de rulos. Subí a ducharme mientras escuchaba mi emisora de radio favorita. Aún con el pelo mojado mi madre intentó ponerme unos pendientes de perlas mientras que yo esperaba a que se secara la manicura francesa. Ya peinada y maquillada llegó el gran momento: el vestido que varios meses antes había escogido, y apartado de la vista de algún curioso interesado.
La suave seda perlada erizaba la piel de mis brazos, y los zapatos no me hacían daño, eran viejos. El recogido adornado con florecillas azules dejaba caer sobre mi espalda algunos rizos sueltos. Al fin pude mirarme en el espejo y encontrar una imagen de mi que me ponía muy nerviosa. No solo porque lo vería pronto, sino por saber que, a partir de esa noche, estaríamos juntos el resto de nuestras vidas.