lunes, 27 de mayo de 2013

Relato: Adiós

Cuando me desperté estava en mi habitación, con la persiana bajada. Serían las doce del mediodía según mi reloj. Me levanté y fui al pasillo. No había nadie. No me habían despertado para el funeral, ya había llorado bastante aquella noche. Fui al servicio y encontré mi reflejo en el espejo con los ojos rojizos e hinchados por derramar todas las lágrimas de mi cuerpo.
 Bajé al primer piso hacia la cocina. Me bebí tres vasos de agua pensando en todo lo que había ocurrido en tan sólo unas horas. Me asustó el sonido del timbre. No esperaba a nadie, y mi familia tenían las llaves de la casa.
 Me disponía a mirar por el ojal cuando sonó la única voz que no quería volver a escuchar nunca. Él sabía que yo no fui al funeral, y que estaba sólo a treinta centímetros de la puerta. Y yo sabía que él tampoco iría, ya que recordaría a todos el por qué estaba su mejor amigo en una caja de madera.
 No me pidió que le abriera la puerta, sólo quería que yo le escuchara. Con una voz ronca me pidió perdón y me anunció su viaje a otro lugar, lejos de viejas heridas y acusaciones punzantes. Lo único que mis secos labios temblorosos pudieron decirle fue "vete". Cuando oí que sus pasos se alejaban de la puerta, sentí que perdía la fuerza de mis piernas e intenté llegar a la silla más próxima.
 Ya sentada vino a mi mente todos los hermosos recuerdos que tuvimos juntos hasta el mismo día del accidente que lo mató. Al pensar que ya nunca volvería a verle empecé a lorar las pocas lágrimas que había recuperado. Y la única persona que me quedaba, de la cual estaba más preocupada, estaba pegándome pataditas para consolarme.

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