Aquella noche tenía un pequeño dilema interno. Contaban conmigo
para salir y celebrar el fin de exámenes, cosa que quería celebrar, pero a la
vez aún me sentía triste por la reciente defunción de un ser querido. Aún con
dudas fui con la intención de animarme.
Solo conocía a un compañero, el resto eran amistades suyas,
las cuales me presentó y olvidé ubicar cada nombre con su rostro
correspondiente. Al principio estaba decaída y tímida, pero conforme fue
avanzando la noche todo eso desapareció.
Después de beber un poco fuimos a nuestro último lugar, un
pub pequeño pero muy animado, decorado al estilo irlandés que celebraba algún
tipo de fiesta. La música invitaba a bailar a todo aquel que se encontrara allí
dentro, incluso a los camareros en la barra. Objetivo conseguido: me lo estaba pasando
bien y olvidé lo que me apenaba momentos antes.
Cuando llevábamos bastante
tiempo dentro se acercó a mí un chico que ya me habían presentado pero que no
recordaba el nombre. Aquel chico había bebido lo suficiente como para que le
costase hablar y actuar correctamente. Sentí como me acorralaba hacía una esquina del local,
intentando apegarse a mí lo máximo posible. Me empecé a agobiar, no quería nada
con él y menos en ese estado. Lo que me
hizo huir hacia el baño horrorizada fue su mano intentando colarse por debajo
de mi falda. Cuando se me pasó el susto y el agobio volví, pero alejada de él.
Conforme volvía a
sentirme bien bailando noté dos cosas. La primera era la figura del chico de
antes intentando evitar a toda la gente bailando para acercarse a mí de nuevo. Y la
segunda era una mirada, noté una mirada
fija y penetrante de la única persona del local que no estaba bailando y que
también me habían presentado esa noche. Él me miraba apoyado en la pared con
los brazos cruzados y la cabeza ladeada con una sonrisa picarona. Cuando me di
cuenta, el chico borracho estaba a mi lado, pero antes de poder hacer nada,
noté una mano grande y fuerte que me agarró del brazo y me acercaba suavemente
hacia el chico de la pared.
“Lo he visto todo, ya estás a salvo”, sus brazos me
rodearon, posándose en mi cintura mientras que nos dejábamos llevar por la
música. Comenzamos a hablar, me dijo que el otro chico solía portarse mal cuando bebía, pero que en realidad era buen chico. Él era bastante más alto que yo, y mientras hablábamos miraba por encima
de mí cada poco tiempo. Me dijo que el chico de antes nos miraba fijamente con
el rostro endurecido, pero que haría lo posible
por que no volviera a intentar tocarme. Conforme nos deslizábamos con la música, noté su respiración en mi
cuello, y como posaba en él sus labios suavemente mientras exhalaba con
la nariz, provocando una sensación cálida y agradable. Con una mano acariciaba mi cara enrojecida mientras con la otra me acercaba más a él desde la cintura. Nuestras miradas se encontraron, y con una sonrisa nos
fundimos en un hermoso beso, suave y
cálido, inicio de muchos que aún puedo seguir disfrutando.