La luces estaban apagadas, la casa solo estaba iluminada por
las velas de la mesa, apunto de consumirse, y el sutil fuego de la chimenea,
que impregnaba la casa con el olor a madera quemada. El mantel aún tenía restos
de papel de regalo y confeti, y de alguna que otra copa de vino derramada. Todo estaba tranquilo, los invitados ya se
habían ido a sus casas. Yo me quedé fregando los platos y las copas, recordando
con una sonrisa cada detalle de la cena.
Las carcajadas de
cada uno conforme se iba sirviendo la carne asada, la anécdota de uno mientras
se pasaban las guarniciones, y la bromita del corcho mientras se descorchaba el
champán. Y el momento de silencio, rodeando la vela blanca en memoria de los
que ya no podrán celebrar nada con nosotros. Cerré el grifo, puse agua a hervir
y seguía pensando, esta vez, en los más pequeños.
Algunos se quedaron durmiendo antes de poner la mesa, otros no paraban de correr a lo largo de la casa,
felices de sus nuevos juguetes y ansiosos por jugar con ellos y enseñarlos en
el colegio. Todos terminaron durmiendo en el sofá, mientras sus padres les
hacían fotos y comentaban cosas como “dormidos
sí son buenos”.
Mientras me tomaba mi infusión me acurruqué con él junto a
la chimenea, estirando mis pies hacia el fuego para calentar mis calcetines.
Estábamos agotados después de organizarlo todo, pero estábamos felices y
agradecidos de poder estar con la familia en estas fiestas tan señaladas. En la ventana se empezaba a ver un poco de
nieve acumulada alrededor del marco y al fondo más nieve cayendo suavemente.
Sin darnos cuenta, nos quedamos dormidos mientras las llamas
comenzaban a cesar su contoneo y a consumirse lentamente hasta apagarse.
Os deseo una feliz Navidad y un muy próspero año nuevo ;3